viernes

lectura más que recomendable


Siempre aquí destaco que actualmente hay una educación alejada de lo que sentimos,  ya está escrito en varios post anteriores y varios artículos, no sólo míos. Sobre todo, más abajo en Arqueología de los sentimientos.
Por eso, les recomiendo a todos, padres, madres, docentes y tutores, inspiradores y musas,
leer : El cuidado del alma, de Thomas Moore.
Para educar, imprescindible,
para entendernos, imprescindible,
para vivir, imperiosa su lectura.
Ya!
No digan que no avisé.

miércoles

Homeschooling o educación en el hogar


Soy una verdadera madre en apuros, me desespera el tiempo que pierde mi hijo en la escuela secundaria.
Le quita energía, me la quita a mí, empobrece nuestras vidas,nuestras relaciones vinculares. Se vuelve cada vez más huraño. Pierde la alegría.
Nos quita la ilusión.
Su psicopedagoga, que lo conoce desde hace tres años, cuando volvimos de Lanzarote, (allí detectaron que era un chico con altas capacidades), dice que no puede creer cómo han limado su fantasía, su pensamiento lateral, su autoestima, estos tres años, en escuelas que no han comprendido que él, es un chico especial.
Como los downs, como los asperger, como los autistas ,un pibe con latas capacidades no se lo puede meter en un molde "normal", tiene capacidades diferentes.
Si esto no se entiende, en docentes o directivos que apelan a normalizar, a rasar, a estandarizar, para qué mandarlo a un secundario, para alegría de quién?
seguro que para la de él no. Para la mía tampoco.
Esta no es la educación que quiero para mi hijo.
Leo, este artículo de rosario 12, y me pregunto cuántos padres o madres más, estarán en mi situación.

10 de junio de 2009 - Rosario - Argentina
Homeschooling o esta escuela no me enseña lo que necesito
La educación, la profesión de docente y el aprendizaje se encuentran en crisis

Comienza otro año escolar: ¿tiene sentido o sólo se trata de depositar a los estudiantes en algún sitio?

La educación, la profesión de docente y el aprendizaje se encuentran en crisis. Sucesivas reformas han fracasado. Basta con comprobar la deserción en los niveles primario, secundario, terciario y universitario para cuestionarse qué ocurre. Ni hablar de los fracasos en evidencia cada vez que se rinden exámenes de ingreso a, por ejemplo, la universidad pública. Comienza otro año escolar: ¿tiene sentido o sólo se trata de depositar a los estudiantes en algún sitio? La revista EDICIÓN i investigó nuevas tendencias que produce la crisis actual:

Cuando comenzó a investigar el tema, la periodista española Laura De Rivera descubrió el caso de Irene, de 11 años, quien estaba apabullada por qué le ocurriría en el colegio. La angustia era su compañera y prefería faltar a concurrir. Su padre, docente, le propuso que abandonara y ella eligió un taller de plástica y un curso de teatro en la Universidad de Deusto.

Irene descubrió que le fascinaba el vestuario de la película ‘Lo que el viento se llevó’, y a los 12 años realizó su primer vestido de época a tamaño natural. Su interés por la costura fue creciendo, hasta hacer del vestuario para teatro su profesión.

En enero de 2007, con 28 años, ella reconoce que dejar de ir a la escuela le enseñó a satisfacer sus intereses “y a desarrollar mi capacidad de esfuerzo”. La tarea que debía abordar De Rivera era si el caso de Irene se trataba de una excepción o la posibilidad de una nueva tendencia pedagógica.

Por esto consultó a Lucía, una psicóloga madrileña especializada en niños y adolescentes, que le respondió: “Los consultorios se encuentran repletos de jóvenes que no soportan la presión escolar, que se aquejan del acoso y malos tratos por parte de sus compañeros o de los propios profesores”.

Es más: Lucía y su esposo Pedro decidieron educar a sus hijas Clara, de 9 años, y Azucena, de 6 años, en su propio hogar.

No se trata de falta de dinero ni de pereza sino de una decisión meditada de los padres.

Y no solamente por ellas ya que es una opción reconocida en la legislación de países como Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda, Francia y USA, país pionero en el movimiento ‘Homeschooling’ (educación en casa), que avanza presuroso en el planeta.

En USA, el Departamento de Educación estima que 1,1 millón de estudiantes, de entre 5 años y 17 años, reciben su formación para la vida fuera de la enseñanza convencional.

En España, este comportamiento es recién incipiente y Juan Carlos Vila, presidente de la Asociación para la Libre Educación, estima en 2.000 familias, probablemente 4.000 niños, pero su colega Xavier Alá, director de la escuela a distancia Clonlara España, agregó: “Hay mucha gente que no ha salido del armario todavía, que ya educa a los niños en casa pero no lo dice por el qué dirán, por el statu-quo”.

En la Internet han surgido varios foros de discusión de padres que han decidido no escolarizar a sus hijos. Y ya existen dos asociaciones que los nuclean: la Asociación para la Libre Educación, que cuenta con 150 familias registradas, y Crecer sin Escuela, que nació a partir del movimiento Growing Without Schooling fundado por el pedagogo John Holt, principal ideólogo de la educación en casa.

Holt era un profesor que, desengañado del sistema escolar, decidió impulsar una organización que sirviese de apoyo y estímulo a padres.

Su motivación era una cita de Albert Einstein que encabeza uno de sus libros (‘Enséñate a ti mismo’, o ‘Teach Your Own’): “Es casi un milagro que los modernos métodos de instrucción no hayan estrangulado totalmente la curiosidad de averiguar.

(...) Es un grave error pensar que el placer de observar e investigar pueda ser promovido por medio de la coerción o el sentido del deber”.

Holt llegó a la conclusión, a principios de los ‘70, de que los movimientos para reformar la escuela eran una “ilusión”, porque muy pocos padres y profesores estaban dispuestos a aceptar los desafíos que implicaba. “La gente insiste en que las escuelas sean duras y crueles con sus hijos, porque es como creen que el mundo funciona realmente”.

“No puedo evitar estar de acuerdo con Krishnamurti cuando dice: ‘Lo que ahora llamamos educación es acumular información a través de los libros, algo que puede hacer cualquiera que sepa leer”, había escrito Penny Barker en uno de los boletines que edita desde 1977 la citada organización.

Los padres de Karen, Juan y Helen, explicaron en aquella nota que la escuela tiene una actitud equivocada hacia la infancia, y que su sistema coercitivo no favorece la maduración.

El diario ‘El País’, de Madrid, publicó el 28 de mayo de 1991 un pionero artículo firmado por César Díaz, quien había investigado el caso de Karen, una niña hispano-irlandesa de 12 años, residente en Pontevedra, Galicia, hija de un matrimonio de psicoterapeutas, y que nunca había asistido a la escuela. Por aquel entonces, según el diario ‘The New York Times’, en USA era 300.000 los casos similares, y que no se trataba de desescolarización por motivos socioeconómicos ni geográficos.

“Sabemos que no es una opción que pueda seguir todo el mundo. En nuestro caso es fácil, porque trabajamos en casa. También sabemos que hay situaciones familiares en las que es mejor que los hijos vayan al colegio”, advirtieron.

“Si Karen quisiera ir, podría hacerlo. Quizá vaya a un instituto si lo desea. La vemos muy bien, más madura que los niños de su edad, pero sin dejar de ser una niña. Lee mucho.

Estamos seguros de que no tendrá problemas para superar un examen de graduado escolar”, agregaron.Karen ya se ha graduado de la Trinity College, Dublín, Irlanda.

Por entonces el movimiento ‘Educados en Casa’ comenzaba a expandirse por Francia, Australia, Canadá y Reino Unido. Las familias que participaban eran muy heterogéneas: desde integrantes de comunidades religiosas a personas que desconfiaban de la escuela como el medio más idóneo para el desarrollo personal e intelectual de sus hijos.

César Díaz se preguntó por qué el sistema escolar se pone nervioso ante el ejercicio de esta alternativa. El sociólogo Mariano Fernández Enguita le respondió que “si se demostrase que los niños pueden aprender lo mismo en menos tiempo, se descubriría que la verdadera función del sistema escolar es la custodia de los niños e inculcar el sentido de la disciplina”. Luego agregó: “Algunos estudios han demostrado que la mitad del tiempo en las aulas se dedica a mantener el orden”.

Fernández Enguita concluyó: “A finales del siglo pasado se empezó a experimentar el sistema de enseñanza que tenemos ahora, y se demostró que no era más eficaz para transmitir conocimientos. Sin embargo, es el adecuado para inculcar el sentido de la disciplina, y por eso se necesita que los niños estén mucho tiempo escolarizados. A mi me gustaría que mi hijo no fuese a la escuela, pero es imposible con el tipo de vida que tenemos”.

EJERCER LA LIBERTAD

El Estado aún no ha percibido el enorme desafío que supone la desescolarización, tanto para la enseñanza pública como privada. En la Argentina tampoco ha comenzado el debate que sí ha ocurrido en otros países acerca de si el Estado tiene o no el derecho de imponer la escolarización en contra de la voluntad de los padres. Todo lo contrario: para los gobernantes argentinos y un amplio universo de la población, el Estado tiene la obligación de imponerla y hasta acaba de extenderse de la educación primaria a la secundaria completa.

Sin embargo, Elsa Haas, una estadounidense que participa del movimiento Growing Without Schoolig o, en español, Aprender Sin Escuela, explicó: “La libertad de pensamiento debe incluir la libertad de aprendizaje”. Probablemente el pensamiento restringido, circunscripto, limitado de estos tiempos tenga su origen en la negación de la libertad de aprendizaje.

Laura De Rivera dio con Paula, una madre española que alegó ante el Ministerio de Educación la posibilidad de que su hijo Pablo siguiera un programa especial de educación a distancia por sus continuos viajes familiares de trabajo. Esto ocurrió cuando Pablo tenía 8 años, y hoy tiene 15.

Ese programa especial asigna a los padres la lista de libros que sus hijos deben seguir y los conocimientos que el niño debe adquirir, con exámenes trimestrales similares a los realizados en el colegio.

“Pero, ¿por qué tenemos que desconfiar de su capacidad para aprender? ¿Por qué hay que estar poniéndoles pruebas continuamente?”, se quejó Paula. Ella inscribió a Pablo en la escuela estadounidense Clonlara, pionera en la enseñanza a distancia, que en el 2002 abrió una sucursal en España.

Paula defiende que los niños aprenden por sí solos y que el papel de los progenitores debe ser asesorar y no imponer. “Aprender a decidir, a mandarse a uno mismo cuando nadie te dice lo que tienes que hacer, es la lección más difícil y más importante”, afirma.

Más que convertirse en sustitutos de los profesores, el rol de estos padres consiste en fomentar el aprendizaje autodidacta de sus hijos, facilitándoles los medios para satisfacer su curiosidad natural. Son materiales asequibles, más baratos que los de una escuela ordinaria: libros (de la biblioteca más cercana), Internet, documentales, cursos de idiomas por computadora... y mucho tiempo para conversar, viajar, trabajar juntos.

El mayor obstáculo consiste en que la sociedad moderna, la incorporación de la mujer al trabajo, la separación de los abuelos, etcétera, hacen necesario que las escuelas se ocupen más tiempo, y a una edad más temprana, de los niños. Pero, ¿es el mejor rol el de los docentes?

Clara y Azucena, las hijas de Lucía y Pedro, siguen el método japonés Kumon para aprender matemáticas, inventado para aprender cálculo a distancia. El Kumon se ha convertido para las dos niñas en un ritual ineludible: le dedican 15 minutos cada mañana, incluyendo fines de semana y vacaciones.

¿Quiénes son responsables de controlar que esto ocurra? Lucía y Pedro.

La implicación de los padres es una de las claves de la enseñanza en casa. En la mayoría de los casos, son ellos quienes se encargan de acompañar a sus hijos durante ese tiempo que los otros niños pasan en el colegio; sólo una minoría se apoya también en profesores particulares.

El esfuerzo requiere una dedicación a tiempo completo, por lo que muchas de estas familias están formadas por padres que trabajan en casa y se turnan para acompañar a sus hijos.

Por esto no es una opción para todo el mundo. En el caso de Lucía y Pedro terminaron saliendo de la populosa Madrid a un pueblo en Ávila: “Es cuestión de prioridades”, señalan.

Según cuenta Carmen Ibarlucea, una de las madres de la Asociación para la Libre Educación, en la propia web de la asociación, “es una opción minoritaria, pero igual que la gente se endeuda para adquirir una vivienda de lujo, yo puedo posponer mi desarrollo profesional o incluso suicidarme laboralmente para pasar la mayor parte del tiempo con mis hijos”.

José Luis Pedreira, psiquiatra infantil en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y autor de un prestigioso estudio sobre acoso escolar o ‘bullying’ (un enorme problema en la España contemporánea), reconoció algunos pros de la no escolarización: “Disminuye la posibilidad de enfrentarse con el bullying, no existe contaminación educativa respecto a los valores con los que la familia quiere educar a sus hijos y, además, se evita el contacto con factores de riesgo, como el consumo de drogas”.

Sin embargo, en el otro lado de la balanza, Pedreira consideró que no ir a la escuela convencional “disminuye la socialización y crea un nivel de discriminación en el niño cuando se le compara con otros de su edad. La educación no son sólo contenidos, es la interacción continuada con todo tipo de personas, incluidas las que piensen de forma diferente; ello enriquece el proceso de crecimiento personal. En la educación en casa, esto sufre una restricción importante. La riqueza está en el contraste entre los valores que un niño aprende en casa y los que ve en el cole. Además, no escolarizar supone una salida tangencial de la familia, en vez de pelear por el cambio social educativo desde dentro”.

Sin embargo, ninguno de los padres entrevistados identificó algún problema acerca de la socialización y afirman que sus hijos se integran como cualquier otro.

Sí destacó el planteo de Paula, quien dijo que hacían falta “lugares donde los niños no escolarizados puedan reunirse de forma habitual, con monitores que los orienten y apoyen para que puedan hacer lo que les interesa”, tal como sucede en New York, donde Prospect Park, en el barrio de Brooklyn, se ha convertido en punto de referencia de ‘los sin escuela’.

Como alternativa a tener a sus hijos todo el día en casa, algunos padres que no desean llevarlos al colegio oficial han optado por las escuelas libres. Por lo general, son centros no reconocidos por el sistema oficial de enseñanza, están en áreas rurales y tienen en común un horario reducido . Los referentes pioneros son en Inglaterra (Summerhill School), Ecuador (Fundación Pestalozzi) o USA (Sudbury School).

EL DEBATE

Educadores y observadores de este movimiento plantean dos objeciones fundamentales:

> Si padres bienintencionados pero mal preparados dañarían irremediablemente la formación de sus hijos; y

> Si el aislamiento de los niños dañaría el desarrollo de sus habilidades sociales, una de las principales justificaciones del sistema escolar obligatorio.

A ellos les refuta Elsa Haas: “En la escuela, los niños están la mayor parte del tiempo sentados en sus pupitres, y los profesores están frecuentemente diciéndoles que se callen”.

Los mentores de este movimiento promueven, por ejemplo, el aprendizaje de profesiones que atraiga a los jóvenes, con periodos de prácticas voluntarias. Asimismo, opinan que los colegios deberían dar la opción de asistir sólo a las lecciones que eligieran los niños.

¿Y qué ocurre con la universidad?Los promotores de esta tendencia señalan el famoso caso de una familia californiana, en la que tres de sus cuatro hijos fueron admitidos en la Universidad de Harvard sin haber pasado antes por una institución escolar. El cuarto no tenía aún la edad suficiente.

El mayor, Grant Colfax, que también había sido aceptado en Yale, obtuvo una puntuación de 600 sobre un total de 800 al realizar la prueba de aptitud, y posteriormente obtuvo el ‘cum laude’ al graduarse en 1987.

Sin embargo, los impulsores de este movimiento opinan que no se puede medir su validez por el éxito académico o profesional de las personas que lo practican. Para ellos no se trata de establecer una competencia, y consideran que padres sin una preparación académica pueden ayudar también a sus hijos a que aprendan.

Para sus detractores, no llevar a un niño a un colegio normal equivale a aislarle en una burbuja de la que no puede salir preparado para enfrentarse al mundo real.

La educación obligatoria comenzó en Occidente a finales del siglo 17 y comienzos del 18 en los estados alemanes de Gotha, Heidelheim, Calemberg y, particularmente, Prusia. En los Estados Unidos, el primer estado en aprobar una ley de educación obligatoria fue Massachusetts, en 1789, pero no fue hasta 1852 que estableció un verdadero “sistema moderno de educación obligatoria estatal”. Domingo F. Sarmiento fue un gran admirador del sistema educativo estadounidense y lo incorporó a la Argentina.

Durante este período lo usual era que la mayoría los padres utilizasen libros destinados a la educación en el hogar; o apelaran a los servicios de maestros itinerantes, en la medida que los medios y la oportunidad lo permitiesen.

Después que Massachusetts impusiera su sistema, otros estados comenzaron a hacer obligatoria la asistencia a las escuelas, pero hacia 1912, A. A. Berle de la Universidad Tufts afirmó que los 20 años previos de educación masiva había sido un fracaso y que cientos de padres le habían consultado cómo podían educar a sus hijos en casa.

A comienzos de la década de 1970, cuando las premisas y la eficacia de la educación obligatoria fue cuestionada mediante la publicación de libros tales como ‘Deschooling Society’, de Ivan Illich, 1970; y ‘No más Escuela Pública ’), de H. Bennet, 1972; apareció John Caldwell Holt, quién escribió en 1976 ‘En lugar de la Educación: Formas de enseñarle a la gente a hacer mejor las cosas’. Después de la publicación del libro, Holt fue contactado por familias estadounidenses que habían tomado la decisión de educar a sus hijos en casa.

A partir de entonces, Holt comenzó la publicación de una revista dedicada a la educación en el hogar llamada ‘Growing Without Schooling’.

En la segunda mitad de la década de los años ‘70, los educadores Ray y Dorothy Moore comenzaron a documentar y publicar los resultados de su investigación sobre la optimización educativa en niños, cuyo hallazgo principal fue que los niños no deberían entrar al sistema educativo formal hasta tener al menos 10 años de edad, para así obtener resultados educativos y sociales óptimos.

La filosofía básica de John Holt acerca de la educación es bien simple: “Yo quiero dejar en claro que no veo la Educación en el Hogar como un tipo de respuesta a lo deficiente de las escuelas. Yo creo que el hogar es la base adecuada para la exploración del mundo que entendemos como aprendizaje o educación. El hogar sería la mejor base no importa cuan buenas sean las escuelas”.

Holt murió en 1985.
Copyright by EDICIÓN i, 2006.

lunes

Acelerar o desacelerar...that is the only question?

Hoy, leyendo un artículo de educación aparecido en el Boletín de Educared Nro 367, encontré un interesante planteo sobre los estudiantes en riesgo educativo, tanto sea por sus bajas capacidades, como por sus altas.

Mucha gente cree que si tiene un hijo de altas capacidades le hará bien adelantarlo de curso...me niego rotúndamente a eso. Mucha gente por el contrario, cree que si tiene un hijo que le cuesta estudiar, es bueno que repita...me niego más rotundamente aún.

El tema es diseñar un currículo y proponer herramientas para despertar el interés de todos, en una diversidad áulica única , que tiene una mayoría de media, y una minoría de alta y baja (en algunos casos, estas dos se confunden porque presentan los mismos síntomas).

Ese es , para mí, nuestro mayor desafío educativo en los tiempos que corren. Para aportar a la búsqueda de soluciones comparto este artículo .

Va:

Las escuelas aceleradoras

Un debate interesante en relación con los tiempos de enseñanza fue iniciado por el movimiento de las Escuelas Aceleradoras. En el marco de la diversidad de propuestas que existen bajo el signo de estas escuelas podemos identificar una creación de 1986 en San Francisco, Estados Unidos, promovida por Henry Levin para ayudar a los estudiantes que se encontraban en situación de riesgo en el sistema educativo.

Recordamos que lo habitual en los casos de riesgo es proveer de un programa de educación compensatoria, adaptando el ritmo a la dificultad y disminuyendo la exigencia de rendimiento. En el caso de las Escuelas Aceleradoras se partió de un concepto inverso. Se entendió que los estudiantes en condiciones de riesgo deben aprender a un ritmo más rápido y no más lento que los retrasa aún más. Para ello hace falta una estrategia de enriquecimiento y no de recuperación. Como parte de la experiencia se descubrió que la instrucción de contenido elevado, diseñada para explicar y provocar la comprensión era más eficaz para aumentar el conocimiento de destrezas avanzadas y tan eficaz, al menos, para instaurar habilidades básicas que el enfoque más tradicional de ejercicios de recuperación y de destrezas básicas (Levin, 1995). En el proyecto se crearon, además, mejores condiciones para el trabajo escolar, se promovieron reuniones de trabajo conjunto de las familias, profesores, administrativos, miembros de la comunidad y se organizaron asambleas con todos los actores para adoptar decisiones y ponerlas en práctica. Se enfatizaron el uso del lenguaje, el trabajo cooperativo, el aprendizaje por descubrimiento, el método de resolución de problemas, entre otras propuestas, para favorecer la capacidad comunicativa y analítica.

La respuesta que brindó el programa de escuelas aceleradoras para las comunidades de riesgo fue oportuna y significó un compromiso ético y político de la sociedad y de los investigadores de la Universidad de Stanford para atender a los sectores de la población en desventaja.

Las niñas y niños con condiciones excepcionales: experimentos caseros o propuestas pedagógicas



Otras preocupaciones plantean los progenitores de los estudiantes que cuentan con alto desempeño o que dan cuenta de buenas capacidades cognitivas. Pareciera que, en estos casos, el ritmo que sostiene la escuela no se adapta a sus posibilidades y genera aburrimiento, en tanto que los temas o los problemas que se plantean ya son sabidos por los estudiantes o no presentan ningún desafío cognitivo para ellos. La respuesta familiar que se adopta, en muchas de esas situaciones, es la de adelantar un año en los estudios a los niños o jóvenes. Sin embargo, ese adelanto no configura una atención a esa capacidad excepcional, sino, por el contrario, suele plantear desajustes en su integración con los grupos de pares que se constituyen de manera homogénea por edad. Acortar los plazos o prolongarlos plantea siempre desajustes en relación con estos grupos.

En más de una oportunidad nos hemos preguntado las razones por las que la escuela no proporciona experiencias no graduadas. Si así lo hiciéramos estaríamos posibilitando la existencia de grupos conformados por intereses comunes, posibilitaríamos la ayuda entre pares de manera legítima en tanto la heterogeneidad de la edad la estaría convalidando. Por otra parte, en los casos en que la respuesta a la heterogeneidad sea avanzar sorteando simplemente un casillero, no promovemos ninguna atención especial sino que instalamos un obstáculo que dificulta la apropiación del conocimiento.

El sustento de esta estrategia –adelantar años de escolaridad- está dada por la existencia de un currículo gradual, secuenciado paso a paso y posible de ser sorteado en menos tiempo y, por lo tanto, a otro ritmo. Lo que se pone en juego en estas situaciones es el ritmo diferente de algunos estudiantes en adquirir los conocimientos. Sin embargo, el aburrimiento no se resuelve en tanto lo único que se alcanza con estas propuestas es que se aborden con más rapidez los contenidos seleccionados.

Las respuestas más efectivas a estos legítimos reclamos referidos a la diversidad de los estudiantes pueden inscribirse en dos líneas de trabajo: la calidad pedagógica de la oferta y de los trabajos que se diseñan para que los estudiantes lleven a cabo y la autonomía que se instale para que los estudiantes puedan desplegar sus mejores posibilidades cognitivas.

Sostenemos que la escuela debe ser atractiva por las experiencias que en ella se lleven a cabo y, en todos los casos, deben ser verdaderos desafíos para los estudiantes. Si los estudiantes se aburren en ella y los padres encuentran que una respuesta posible es hacerlos avanzar más rápidamente, esto implica que no se instalan en la escuela experiencias que se reconozca valga la pena atravesar. Cada vez que se sortea el tiempo ocurre un deslizamiento por la superficialidad del contenido que excluye de este modo las experiencias atrayentes tanto conceptual como creativamente. Las experiencias implican el desarrollo de actividades con sentido y no rutinas pedagógicas. El desafío es abordar los temas en toda su complejidad, buscar ayuda externa, relevar información en fuentes diversas y encontrar un modo en que el estudio realizado o las resoluciones que se planteen puedan expresarse de manera creativa o no convencional. Enseñar por proyectos o por problemas eligiendo temas controversiales y adoptando un enfoque interdisciplinario o integrador -permitiendo ir más allá de la disciplina-, puede ser una de las respuestas a la solicitud de hacer más desafiante y provocativo el conocimiento. Si las escuelas aceleradoras lo logran, no es porque avanzan simplemente más rápido de año en año, sino por el sentido de trabajo con el que diseñan el currículo.

domingo

Morin o lo necesario para ser grandes

Morin, E.: Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Barcelona: Paidós Studio, 2001

La UNESCO le encargó a Edgar Morin que exprese sus pensamientos con respecto a la educación del futuro dentro de su visión del "Pensamiento Complejo". Después la UNESCO como contribución al debate internacional sobre la forma de reorientar la educación hacia el desarrollo sostenible publica este texto en el cual Morin presenta los siete principios clave para la educación del futuro.

Como él mismo dice:

No es un tratado sobre el conjunto de materias que deben o deberían enseñarse : pretende única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales que permanecen por completo ignorados u olvidados y que son necesarios para enseñar en el próximo siglo.

Sería superar el cientificismo escolar de las certezas y abrir el campo minado de la duda:

Aquí les presento algunos de esos postulados:

1. LAS CEGUERAS DEL CONOCIMIENTO : EL ERROR Y LA ILUSIÓN
Ø Es muy diciente el hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.
Ø En efecto, el conocimiento no se puede considerar como una herramienta ready made que se puede utilizar sin examinar su naturaleza. El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión que no cesan de parasitar la mente humana. Se trata de armar cada mente en el combate vital para la lucidez.
Ø Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto síquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión.

2. LOS PRINCIPIOS DE UN CONOCIMIENTO PERTINENTE
Ø Existe un problema capital, aún desconocido, cual es el de la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales.
Ø La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos.
Ø Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.

3. ENSEÑAR LA CONDICIÓN HUMANA
Ø El ser humano es a la vez físico, biológico, síquico, cultural, social, histórico. Es esta unidad compleja de la naturaleza humana la que está completamente desintegrada en la educación a través de las disciplinas y que imposibilita aprender lo que significa ser humano. Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás humanos.
Ø Así, la condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación.
Ø Este capítulo indica cómo, a partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano.

4. ENSEÑAR LA IDENTIDAD TERRENAL
Ø En lo sucesivo, el destino planetario del género humano será otra realidad fundamental ignorada por la educación. El conocimiento de los desarrollos de la era planeraria que van a incrementarse en el siglo XXI y el reconocimiento de la identidad terrenal que será cada vez más indispensable para cada uno y para todos deben convertirse en uno de los mayores objetos de la educación.
Ø Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron intersolidarias todas las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y dominaciones que han asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido.
Ø Habrá que señalar la complejidad de la crisis planetaria que enmarca el siglo XX mostrando que todos los humanos, confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad de destino.

5. ENFRENTAR LAS INCERTIDUMBRES
Ø Las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero de la misma manera nos han revelado, en el siglo XX, innumerables campos de incertidumbre. La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas.
Ø Se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.
Ø La fórmula del poeta griego Eurípides que data de hace 25 siglos está ahora más actual que nunca. «Lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta ». El abandono de los conceptos deterministas de la historia humana que creían poder predecir nuestro futuro, el examen de los grandes acontecimientos y accidentes de nuestro siglo que fueron todos inesperados, el carácter en adelante desconocido de la aventura humana, deben incitarnos a preparar nuestras mentes para esperar lo inesperado y poder afrontarlo. Es imperativo que todos aquellos que tienen la carga de la educación estén a la vanguardia con la incertidumbre de nuestros tiempos.

6. ENSEÑAR LA COMPRENSIÓN
Ø La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.
Ø La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.
Ø De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto más importante cuanto que se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación.

7. LA ÉTICA DEL GÉNERO HUMANO Ø La educación debe conducir a una «antropo-ética» considerado el carácter ternario de la condición humana cual es el de ser a la vez individuo « sociedad « especie. En este sentido, la ética individuo/especie necesita un control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es decir la democracia ; la ética individuo « especie convoca la ciudadanía terrestre en el siglo XXI. Ø La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie. Llevamos en cada uno de nosotros esta triple realidad. De igual manera, todo desarrollo verdaderamente humano debe comprender el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia de pertenecer a la especie humana.
(En negrita el extracto que hizo el boletín de Educared)